A lo largo de los últimos años, el concepto del ciclo de vida (LCT, de Life Cycle Thinking en inglés) se ha convertido en un auténtico “must” al evaluar el impacto ambiental de un bien o de un servicio. El LCT es importante y fundamental como concepto cultural porque requiere tomar en consideración todo el ciclo productivo y en él identificar las mejoras y la innovación que pueden aportarse.
Evaluar en un único contexto el abastecimiento de las materias primas, la producción, el uso y el final de la vida presupone enormes potencialidades, también para el ciclo de vida de los plásticos, ya que permite crear productos que se integran directamente tanto con el sistema productivo del territorio como con los usos y costumbres de consumo, ofreciendo amplios espacios para una mejora real.
El abastecimiento de materias primas próximo al sitio de producción o un final de vida que maximice la recogida y la recuperación de los residuos son simples pero concretos y cuantificables elementos de mejora continua en el ámbito de la sostenibilidad.
El Life Cycle Assessment (LCA), o evaluación del ciclo de vida, representa la principal herramienta operativa del LCT. Se trata de un método objetivo de evaluación y cuantificación de las cargas energéticas y ambientales y de los impactos potenciales asociados a un producto/proceso/actividad a lo largo de todo su ciclo vital, desde la adquisición de las materias primas hasta el final de su vida (“de la cuna a la tumba”). Esta técnica comporta la evaluación de todas las fases de un proceso productivo como relacionadas y dependientes, permitiendo evaluar los impactos ambientales acumulados. A nivel internacional el método LCA está reglamentado por las normas ISO14040 e ISO14044.